Un pantallazo de la Justicia de Familia en Escobar
Dra. Gladys Di Prinzio, titular del Juzgado de Familia N° 1 de Escobar
La ciudad de Escobar cuenta con 300 mil habitantes, la misma cantidad que reúne el resto de los partidos que integran el Departamento Judicial de Zárate-Campana: sus localidades homónimas y Exaltación de la Cruz.
“Nuestro Juzgado tiene muy poco personal, en proporción a la población y la litigiosidad que tiene Escobar”, anticipa la Dra. Gladys Di Prinzio, jueza del Juzgado de Familia N° 1 de esa ciudad.
La alta litigiosidad se traduce en cifras más que elocuentes: en abril de 2024, el organismo sumó 610 causas en etapa de conocimiento; 32 de ellas en etapa previa, lo que totaliza 642 causas, de las cuales casi 400 son por violencia, 80 por alimentos, además de internaciones, homologaciones, divorcios y abrigos entre otras que comprenden todas las materias del Fuero.
¿Cómo es la articulación con los organismos estatales?
Bastante deficiente y precaria. La articulación se intenta armar bien pero no funciona como esperamos. Con los organismos de Género y del Servicio Local compartimos un chat por Whatsapp que agiliza bastante, sobre todo cuando se trata de urgencias. Sin embargo, con el Hospital enfrentamos muchos inconvenientes: constantemente nos solicitan consigna policial para las internaciones a las que nos estamos negando en la mayoría de los casos, enviando una resolución del órgano de revisión para demostrar excepcionalidad. Se enojan con los operadores judiciales porque alegan que están colapsados, que nadie quiere trabajar en el área de Salud Mental porque los pacientes son muy agresivos, etc. . Pero nosotros insistimos en que no son delincuentes, son enfermos y que la policía está para ocuparse de otras cuestiones. También hemos advertido que algunas internaciones no han sido comunicadas al Juzgado, lo cual no corresponde y aún no hemos obtenido respuesta de las razones por las que suceden.
Por su parte, el Servicio local adolece de muchas carencias. Por citar algunos ejemplos, elaboran actas de compromiso con algunos referentes afectivos que quedan con la guarda momentánea, es decir, haciendo caso omiso al procedimiento correcto. Deciden dar el niño o la niña a un determinado referente y lo avalan diciendo, por ejemplo, que la progenitora estuvo de acuerdo. Nos han dicho que toman una medida con un hermano y con otro no, argumentando que no estaba de acuerdo… Permanentemente les reclamamos informes sobre lo actuado que recibimos después de varios intentos, a veces de manera tardía y en otras oportunidades no los remiten. Es una articulación muy compleja y deficiente.
¿Cuáles son las condiciones edilicias del organismo?
Bastante óptimas, teniendo en cuenta que funcionamos en un edificio céntrico restaurado donde hubo una clínica, aunque empiezan a aflorar los problemas, a pesar de la “lavada de cara” que le hicieron. Todavía tenemos la promesa de mudarnos a la brevedad al Polo Judicial que se está construyendo en nuestra ciudad, donde estarían centralizados todos los organismos. Hace un tiempo nos dijeron que era en un mes pero ahora no se sabe.
En materia de conectividad e informática tenemos muchísimas dificultades: es tan precario el sistema que demoramos muchísimo tiempo en descargar archivos de medidas y escritos, lo que incide directamente en nuestra tarea cotidiana. Hay un solo medidor de electricidad en el edificio: nos han pedido que no usemos los equipos de aire pero es imposible trabajar con frío o con calor. La arquitecta siempre ha recibido nuestras inquietudes con muy buena predisposición pero la realidad es que contamos con la instalación eléctrica pensada para una casa familiar y allí funciona un juzgado de familia, uno de Paz y dos de Garantías: más de 60 personas trabajando en forma simultánea. Me han propuesto trasladar más trabajo de manera remota, pero ya tenemos dos días bajo esa modalidad y no puedo prescindir del personal más allá de esa medida: nos complica la atención al justiciable.
Dos realidades
“En Escobar tenemos dos realidades totalmente diferentes: gente de muy escasos recursos y una zona urbanística de barrios cerrados recientemente abierta denominada “Puertos”, una especie de “nordelta”, habitada por gente con alto poder adquisitivo que pueden pagar matrículas de 1 millón de pesos en los colegios de sus hijos…otra realidad que en apariencia no convive con la primera que mencioné pero cuyas problemáticas y necesidades confluyen en el Fuero de Familia de manera muy compleja.